Pilar Richardson


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lunes, 4 de mayo de 2015

Hillary Rodham Clinton, estilo de respeto y poder

Por Pilar Richardson




Si Hillary Rodham Clinton gana las elecciones, será la primera mujer presidenta de los EEUU. La imagen personal es un tema importante, pero es particularmente importante para Rodham Clinton, no por el hecho de que sea mujer, sino, porque debe ser en parte el resultado de su estilo e imagen que la han llevado a una posición de postularse como presidenta.

En lo profesional, en el trabajo, pero especialmente en la política, la imagen no es sólo cuestión de moda, es cuestión de comunicación. ¿Será que para Rodham Clinton existe una fuerte conexión entre su habilidad de postular a esa candidatura y su imagen y estilo personal? 

La manera en que uno viste, los colores que uno luce, el tono de voz que utiliza, la forma en que se gesticula, etc., son un lenguaje no verbal que apoya, acentua o contradice lo que se desea transmitir. Rodham Clinton siempre vistió colores oscuros como grises, azules y negros, casi siempre trajes sastre, el cabello corto o medianamente largo, distinguido y despejado en la frente, maquillaje natural y suave con casi ausencia de color en los labios, manicura sencilla y sin diseños.  El tono de su voz siempre fue claro y de poderoso liderazgo mostrando profesionalismo y credibilidad como parte de su estrategia. Algunos expertos en la moda hasta la han criticado en su estilo de vestir a veces muy masculino, sin embargo, para Rodham Clinton no se trata de una cuestión de género; sino la gran habilidad de comunicar, de transmitir, y de invocar respeto y poder.

Si Hillary Rodham Clinton se vistiera con prendas de figura ceñida, escotes pronunciados, colores o estampados, y pantalones apretados, su larga carrera como Abogada, Senadora, Primera Dama, Secretaria de Estado, no mostraría la laboriosa habilidad que tuvo de construir una imagen de poder y de haber llegado a su actual intención de ocupar el máximo puesto en la Casa Blanca.

“Podría haberme quedado en casa haciendo galletas y tomando el té, pero decidí realizarme con mi profesión, en la que estaba antes de que mi marido fuera una figura pública,” decía Rodham Clinton en 1992 a poco de llegar a la Casa Blanca como esposa de Bill Clinton. Su práctica fue la de no vestirse como una primera dama que sirve a su esposo, el presidente, sino más bien, merecer el respeto de la gente que la rodea por mérito propio.  Siempre se enfocó en invocar seguridad y confianza, encauzándose en su trabajo, proyectos y misión; no en sus vestidos, zapatos o estilo de peinado. 

Concluimos que la candidatura de Rodham Clinton y la última agenda política son tan fuertes como la imagen de poder y respeto que proyecta, resta a los ciudadanos americanos el decidir. 

Pilar Richardson

Consultora en Etiqueta Social, Corporativa y Protocolo Internacional
Autora del Libro: “Manual Práctico de Etiqueta y Protocolo”-Segunda Edición.
www.senoraetiqueta.com




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